¿Por qué?

Hola a tod@s. Os debo una explicación. 

En primer lugar, quiero dejar claro que lo que vais a leer no es ninguna justificación: la he cagado. Entre lo que pensaba que pasaría y lo que ha pasado hay un abismo del cual yo soy el único responsable. Simplemente quiero explicar el contexto de esta historia desde su origen, y de qué manera una idea que tenía un trasfondo positivo se ha terminado convirtiendo en este desastre que ha generado tanto sufrimiento innecesario. No voy a ser breve, es una historia muy larga que viene de muy atrás y para poder entenderla hay muchos matices que son importantes. 

2021 fue un año muy intenso a nivel musical, ligado al estreno del disco “Simplemente yo”. Lanzamos 4 videoclips a lo largo del año, y el 29 de octubre el disco completo. En su momento ya hice bastante hincapié en lo importante que era para mí este disco a nivel personal: es un disco en el que me desnudo por completo, en el que cuento cosas muy personales que no había contado nunca. Me dejé la piel en todos los sentidos desde más de un año antes de su publicación: trabajo, ilusión, tiempo, presupuesto… Para mí era mucho más que dar a conocer 10 canciones, era darme a conocer a mí mismo. Mi amiga Sara Reus suele decir que para un músico, el día del estreno de un disco es equivalente a lo que para otras personas significa tener un hijo: algo que has creado tú y a lo que le has puesto todo tu empeño e ilusión durante meses, por fin sale a la luz. Es uno de los días más felices de tu vida… en teoría. 

Porque en 2021, mientras os contaba todo lo del disco en redes sociales, a nivel personal pasé por una situación que me lo hizo pasar muy mal y me generó una gran impotencia. Un grano de arena que empezó en agosto se fue convirtiendo en una bola cada vez más grande que estalló en noviembre. No voy a entrar en detalles porque es abrir otro melón y no es el tema central de este artículo. El caso es que, en octubre de 2021, en mi cabeza solo había espacio para intentar encontrarle solución a ese tema. No me apetecía nada, en ese momento, estrenar un disco, pero me apetecía aún menos echar por tierra todo ese tiempo, dinero, trabajo e ilusión que le había dedicado a ese proyecto desde hacía más de un año. Así que aguanté la actitud positiva, en redes y con mi entorno, hasta el concierto de presentación del disco en diciembre, y canalicé toda esa impotencia que sentía escribiendo una canción: “Aún me acuerdo de ti”. 

Llegados a este punto, quiero matizar una cosa: las referencias al suicidio en “Aún me acuerdo de ti” son metafóricas. Es decir, nunca se me pasó por la cabeza esa idea como una posible solución a mis problemas. Simplemente estoy expresando mi deseo de huir de esa situación que tanto sufrimiento me estaba causando en aquel momento. También quiero aclarar que, a finales de diciembre, ocurre algo que me sirve para saber la verdad de la mayoría de cosas que no entendía de esa situación, suficientes para poder resolver, al menos, la parte que para mí era más dolorosa. Pero la canción ya estaba hecha y, está mal que yo lo diga, pero dentro de lo triste que es la historia que hay detrás, la canción es muy bonita. 

Llegó 2022, fueron pasando los meses y a nivel anímico todo se fue normalizando poco a poco. Aún así, estuve un tiempo bastante desconectado en redes sociales, todo lo que había sucedido el año anterior ligado al nuevo disco me había desgastado mucho, y no me apetecía nada seguir con el “paripé” ahora que ya no tenía a la vista ningún disco o concierto que promocionar. Dejé un poco apartada la música y empecé a dedicarle tiempo a otras cosas. Pensaba que sería solo una racha, pero con el paso de los meses me fui dando cuenta de que no echaba de menos la música, estaba a gusto haciendo otras cosas. Pensé que, tal vez, había llegado el momento de cerrar esta etapa de mi vida, haciendo mis dos últimos conciertos: el de “regreso” después de tantos meses sin tocar, y el concierto de despedida. En julio ya se lo comunico así a la banda: un concierto “normal” antes de que acabe el año, y el definitivo, lleno de sorpresas, artistas invitados etc. en marzo-abril de 2023. Solo planteándolo como un final de etapa volví a sentirme con ganas de dedicarle todo mi empeño, como he hecho siempre con la música, para cerrar este capítulo tan importante de mi vida por todo lo alto. 

Pero me quedaba una tarea pendiente: publicar “Aún me acuerdo de ti”. No quería que esa canción se quedara en un cajón, no solo por lo que me gusta sino también por lo que significa para mí. Aunque os pueda sonar extraño, a mí esta canción me da muy buen rollo, porque lo que está asociado a ella es la superación de una situación muy difícil, y el recuerdo de una amistad muy bonita. Además, me parece perfecta como canción de despedida. Que la última canción de un músico termine con el suicidio del propio músico… a nivel metafórico me parece brutal. Así que blanco y en botella: voy a estrenar esta canción antes del último concierto para anunciar que dejo la música. 

En verano grabo la canción y la mayor parte del videoclip, y empiezo a pensar en la forma de lanzar la canción al público. Tengo una canción que habla de salud mental, un tema muy sensible que sigue siendo un gran tabú, aunque cada vez se va hablando más abiertamente del tema. Pienso que es una buena oportunidad para dar visibilidad a este tema, generar debate, y de alguna manera convertir algo que para mí fue muy duro en su momento en algo bonito y útil. El videoclip es muy impactante, la imagen del suicidio final estremece, después de todo el recorrido que hace mi personaje (al fin y al cabo estoy interpretando un papel) desde que se graba diciendo que es el día más feliz de su vida, para a continuación escribir una carta, salir de su casa y quitarse la vida. Como ya habréis deducido, me estoy interpretando a mí mismo meses atrás. No es una historia real y a la vez sí lo es. 

Entonces me viene a la cabeza la idea de mezclar ficción con realidad: ¿y si después de publicar el videoclip, apago el móvil y me voy a desconectar unos días a algún sitio en el que no tenga conexión a internet, ni tele, ni nada que me pueda conectar con la gente, sin decirle nada a nadie? ¿Pensarán por un momento que el videoclip es real? ¿Se generará un debate sobre mi salud mental? Sé que visto ahora, después de todo lo que ha pasado, puede sonar frívolo, pero en mi cabeza se parecía más a un juego de detectives que a una situación angustiosa. Se trataba de generar confusión, de generar esa duda. No sufrimiento. Obviamente, me equivoqué. 

Y en el contexto de esa idea de mezclar ficción con realidad, hubo un elemento que se giró totalmente en mi contra: la dichosa carta. No solo no era una carta de despedida, sino que era justo lo contrario: la pista que dejaba de que todo estaba bien. En el videoclip, escribo la palabra “Adiós” en el sobre. En la carta que dejé sobre la mesa, no puse ninguna palabra en el sobre, y la primera frase era: “Esto no es un adiós”. Después, en un lenguaje algo ambiguo eso sí, cuento que voy a dejar la música. Y además de eso, la carta contenía un mensaje encriptado que confirmaba que estaba bien (los que me conocen saben que soy un poco friki de las escape rooms). Cualquiera de mis amigos lo habría pillado al momento, pero solo mis padres y mi hermano llegaron a leer la carta. Ellos conocían la historia real que había detrás de la canción, y sabían lo mal que lo había pasado en su momento. Al ver el videoclip, se temieron lo peor desde el primer momento, antes de llegar a casa, antes de leer la carta. Para ellos la carta fue la confirmación de sus peores presagios. Y evidentemente, toda la culpa es mía. 

En las primeras horas, por lo que me han contado mis padres y he visto en algunos grupos de Whatsapp, sí que sucedió lo que yo esperaba: la gente ponía en duda que eso fuese real, tal vez fuese una broma, una forma de hablar… a mí se me había visto bien los días previos, el videoclip estaba demasiado currado para haberlo hecho alguien que no está bien… algo no cuadraba. Pero mis padres estaban convencidos de que era real, y no soportaban ver que la gente no terminaba de creérselo, así que quisieron zanjar todas las dudas de un plumazo: nos ha dejado una carta de despedida. A partir de ahí, todo cambió. Ya no había debate: estaba claro que me había suicidado o, en el mejor de los casos, estaba a punto de hacerlo y había que pararme. La noticia corrió como la pólvora y en apenas unas horas media Mallorca estaba buscando un cadáver. Eso no se parecía en nada al "debate" que yo pretendía generar, y no tenía ninguna gracia. Y obviamente, toda la culpa fue mía. Sin pretender quitarme ni un ápice de culpa, mis padres también me han contado que, los días posteriores, releyendo la carta con calma, empezaron a ver cosas que no les cuadraban y a dudar de que se tratara de un mensaje de despedida. Y mi hermano llegó incluso a dar en el clavo: sugirió que en esa carta podía estar anunciando que dejaba la música. En cualquier caso, el daño ya estaba hecho y el sufrimiento ya estaba causado, poco se podía hacer ya en ese momento al respecto. 

Mientras sucedía todo esto, yo ya había llegado a la casa de campo de las afueras de Manacor donde iba a pasar esos días. Completamente ajeno a como se iban desarrollando los acontecimientos, desconectando de todo. El 27 por la noche, el dueño de la casa en la que estoy ve mi imagen por la prensa, y me enseña la foto de que me están buscando. Ahí ya veo que la cosa se ha desmadrado, aunque no soy consciente ni del 10% de lo que realmente ha ocurrido. Le pido que me deje esa noche para pensar bien lo que voy a decir, y a la mañana siguiente le envío un audio a mi padre desde su móvil. Lo más importante para mí era que supieran que estaba bien, que solo había ido a desconectar, que podían dejar de buscarme, que en unos días volvería y lo hablaríamos todo con calma, que les echaba de menos y que les quería, y que agradeciera a toda la gente que se había preocupado. 

A partir de ahí, sigo unos días más allí sin tener nuevas noticias. Pienso que con saber que estoy bien la gente ya se quedará tranquila, sigo sin conocer la magnitud real de todo lo que ha ocurrido. Ayer, por fin vuelvo a casa y mis padres me ponen al día de todo, además de encender el móvil y empezar a contestar Whatsapps. Ahí es cuando ya empiezo a ser consciente de todo: que se me dio por muerto desde el principio, que gente de mi entorno ha estado buscando mi cadáver en todo tipo de sitios que tenían algún tipo de relación conmigo, que se ha sufrido mucho, se ha llorado mucho y el shock ha sido muy fuerte. Hay gente que me ha recibido con los brazos abiertos (no sin un tirón de orejas), y gente que está muy enfadada conmigo. Entiendo todo tipo de reacciones y pido perdón. Hice una apuesta arriesgada y salió mal. Solo espero que con el tiempo las aguas vuelvan a su cauce y seáis capaces de perdonarme. Que como me inspiréis una nueva canción, soy capaz de echarme atrás en lo de dejar la música, y ya va siendo hora de cerrar esta etapa 😉. 



Hasta aquí la explicación de los hechos, pero no quiero dejar pasar la oportunidad para hacer algunas reflexiones sobre todo lo que ha ocurrido. Porque de salud mental se ha hablado, y mucho. Y quiero pensar que, a pesar del sufrimiento, de esta situación se pueden sacar conclusiones útiles. Las mías seguramente no serán las únicas ni las mejores, pero ya que esta era la finalidad de todo esto… No me voy a quedar con las ganas. 

Lo primero que me ha quedado claro por los comentarios que he leído en redes, es que queda mucho camino por recorrer en el terreno de la salud mental, y sigue faltando mucha empatía. Es paradójico que se muestre todo tipo de solidaridad cuando se está buscando a una persona desaparecida, y cuando se la encuentra, mucha gente se indigne porque daban por hecho que estaba muerta. Y sobre todo, que sin tener ningún tipo de información, se empiecen a hacer todo tipo de conjeturas y especulaciones sin conocer el contexto. Y no hablo de mi caso, porque lo mío es criticable. Pero eso lo sabéis ahora, que conocéis la historia. He leído muchos comentarios que, en otro contexto, podrían haber provocado un desenlace fatal. A lo mejor es lo que buscaban porque el desenlace final no fue el que esperaban… En fin. La situación que viví hace un año y que me llevó a escribir esta canción tiene mucho que ver precisamente con eso: juzgar a la gente sin conocerla. Los prejuicios pueden llegar a provocar mucho dolor a las personas. 

Otra cosa que quería poner de manifiesto con esta idea, es que quien menos te lo esperas puede estar atravesando una situación difícil. Yo no la estaba atravesando ahora, pero sí hace un año y pico, y nadie se dio cuenta, porque lo que yo mostraba era una actitud totalmente distinta. Por eso es importante no juzgar, nunca sabes lo que se esconde detrás de ese disfraz. 

Por último, para acabar con lo más positivo de todo esto, quiero remarcar que, en general, el ser humano es extraordinariamente generoso. Tenemos tendencia a remarcar siempre lo malo, y es necesario hacerlo porque es la parte que debemos intentar cambiar. Pero a veces, una minoría indecente hace más ruido que la mayoría empática, y eso no es justo. Ha sido una rallada la cantidad de cariño y apoyo que he recibido estos días, el que han recibido mis padres todo el rato, el que me he encontrado en los mensajes que me han dejado por Whatssapp y redes sociales. Gente con la que dejé de tener contacto hace años se ha preocupado mucho por mí y ha estado en contacto permanente con mis padres. Gente desconocida me ha escrito en privado para decirme que, si necesitaba hablar de algo con alguien, podía contar con él o ella. Profesores, padres de alumnos, músicos, amigos de amigos… Personas que, al ver según qué tipo de comentarios en redes sociales, se han revelado diciendo: si no sabes de qué va la cosa, no juzgues. Este SÍ es el camino para abordar situaciones de este tipo, y os puedo asegurar que de esto ha habido mucho más que de lo otro.

Para terminar, os dejo una frase de Pau Donés, de su libro 50 palos, que me estuve leyendo durante esos días de aislamiento. Me encanta y me siento muy identificado con su enfoque sobre la tristeza: “Parece que estar triste es como estar enfermo. La gente te compadece, los amigos se preocupan, todo el mundo quiere animarte, cuando a lo mejor tú estás fenomenal con tu tristonería y lo único que quieres es que te dejen en paz. Por eso, cuando tengo días tristes, procuro pasarlos solo. Porque de vez en cuando me gusta estar triste, disfrutar de ese momento en que la melancolía se apodera de tu emotividad. En mi caso, la tristeza potencia la sensibilidad y aprovecho para recogerme y reflexionar sobre las pequeñas cosas por las que he pasado sin pensar, para quitar el pie del acelerador y concentrarme en las que, de la mano de la tristeza, me hacen sentir bien.”

Comentarios

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  2. Tant sols dir-te que ho vaig passar malament, sobretot pels teus pares i també per tu pensant que si eres a aquest món devies estar petint.
    Ara ja ha passat tot i estic convençut que has aprés la lliçó. Només vull recordar-te que tens uns Pares magnífics i que aquest ensurt els ha fet patir molt. D'alguna manera els has de intentar compensar, encara que també sé que saps que és molt difícil. L'Amor d'una Mare, l'Amor d'un Pare, no s'entén fins que se és Mare o Pare.
    Una abraçada.

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